14 feb 2011

Arquitectos en silencio. Carta a Angeles Caso


Viñeta de La Pedrera de 1912

En 1905, Gaudí proyectó este edificio de viviendas por encargo del comerciante barcelonés Pere Milà i Camps. Respecto del proyecto original se eliminó un grupo escultórico dedicado  a la Mare de Déu de la Gràcia, con el que tenía previsto coronar la fachada, de modo que el edificio era un gran basamento del conjunto escultórico. La fachada construida en piedra, de las canteras procedentes de los alrededores, es estructuralmente autoportante y está conectada mediante jácenas metálicas curvas, al resto de la estructura. Esta construcción suponía un avance tecnológico sin precedentes, siendo la base de las futuros muros cortina en fachada. Este edificio, avanzado a su época, técnica y estéticamente, fué brutalmente criticado y satirizado por los ciudadanos de Barcelona de principios del siglo XX. De ahí que la Casa Milà fuera bautizada como La Pedrera.

Leo en el Magazine de La Vanguardia del 23 de Enero, un escrito titulado "Arquitectos" de Ángeles Caso. No le falta razón cuando dice que falta crítica de arquitectura en la prensa española, en comparación con otras actividades creativas. Voy más allá, no sólo en la prensa, también en los medios audiovisuales, en las tertulias, en la calle y en general en cualquier conversación. Se carece de crítica  en arquitectura, como también se carece en otras disciplinas más o menos creativas, como el periodismo.  

Para usted la arquitectura es la única de todas esas actividades que se nos impone de manera totalitaria, por parte de arquitectos, urbanistas, constructoras y políticos otorgadores de encargos y licencias. Olvida sutílmente (quiero pensar que por ingénua) al aunténtico agente totalitario del sector, el promotor. Este ser, que se considera supremo, dotado del poder del dinero, es el que paga y por ende el que manda, sea particular o empresa, público o privado. El promotor o cliente tiene mil caras. Puede ser la administración, que a través de un concurso público falla en favor de un licitador, de solvencia técnica y económica dudosa, o la señora Pepita, que te encarga una vivienda unifamiliar cuyo diseño debe seguir los cánones de belleza de la última revista de moda y decoración,  y por supuesto, el grupo empresarial que encarga un centro comercial situado frente a una gran plaza y hace imponer un mamotreto ciego y sin vistas, para evitar que el consumidor compulsivo se distraiga y pueda tener la tentación de dejar de comprar si admira el paisaje circundante desde una ventana.

Cuando dice que los arquitectos somos intocables, supongo debe referirse a las cinco "vedettes" que acostumbran a salir por la televisión, en algún programa de casas de ensueño, para nuevos ricos. El resto, unos cincuenta mil, son profesionales que intentan ganarse la vida como pueden y créame son muy tocables. Somos tocables porque somos humanos, como el resto de ciudadanos,  periodistas o escritores de magazines. Mi prioridad, como para el resto, es mi familia y por ella me dejo tocar lo que haga falta. Es más fácil tocar a un arquitecto, o a su obra, que cualquier palabra que se publique en su magazine. Los edificios, tocables por supuesto, hoy están y mañana no. Los arquitectos como los periodistas, lamentablemente, somos simples herramientas al servicio de quien paga y hacemos o deshacemos hasta donde podemos. Culpables sí, en parte, intocables no.

No hay crítica, sencillamente porque la arquitectura no interesa. No interesa porque no vende. Un libro, un concierto, una película, una obra de teatro o una exposición, se promocionan para generar mercado, enseñar para vender, pagar para ver. Con los edificios eso no pasa. Igual, el día que se tenga que pagar para ver la arquitectura la cosa cambia. Por cierto, los arquitectos no cobramos derechos de autor cuando alguien admira alguna de nuestras obras, aunque sean mamotretos más o menos del gusto del espectador. Yo arquitecto, tengo que comprar el periódico con su magazine, para luego decidir si quiero leer su columna. Usted escritora, decide ver o no ver la fachada de un centro comercial, y no paga por ello.

La Arquitectura no interesa porque no se conoce. No se conoce porque no se enseña. El día que nuestros hijos tengan la oportunidad de aprender la arquitectura con A mayúscula podrán exigir, como promotores o clientes, construcciones y edificaciones mejores y ya no digamos Arquitectura.

Le invito a criticar mis obras sin piedad. Las dejo al azote de su palabra, intocable, total es gratis. Sólo tengo un par de edificios que valga la pena admirar, porque además de arquitecto, era el promotor y eso me permitía desarrollar la arquitectura sin ataduras. El resto, realizadas por encargo, no valen la pena, no por lo constructivo sino por lo arquitectónico.

Habla del olvido de los arquitectos, de los principios del movimiento moderno. Mies van der Rohe, arquitecto y máximo exponente del movimiento moderno, acepto el encargo de una acaudalada clienta, para realizarle una vivienda entre las montañas de Plano (Illinois). Sólo puso dos condiciones: presupuesto no cerrado y que la Sra. Farnsworth no pudiera ver la casa hasta que no estuviera finalizada. Fantástico, surgió una obra intocable de Arquitectura. Por cierto, Mies se llevó una demanda de su clienta, que reclamaba exceso de coste de la obra. Ganó el juicio y cobro los honorarios pactados. La Sra. Farnsworth vivió felizmente en esta casa durante 20 años. Cuando la vendió, multiplicó ostensiblemente sus ganancias respecto del coste de ejecución material de la obra (y no precisamente por una burbuja inmobiliaria) y pasó a la historia de la Arquitectura Moderna, por ser la promotora de la casa Farnsworth. 

La Pedrera, el edificio más criticado en su época es icono en la Arquitectura y referente mundial, y actualmente uno de los motores que mueve el turismo en Barcelona. Admirada y reconocida por su estética en todo el mundo, fué construida contra viento y marea. Gaudí luchó no sólo contra la ciudad, sino contra su cliente, para preservar la esencia, y tanto fué así que tuvo que reclamar posteriormente, al Sr. Milà, el pago de sus honorarios a través de un juez, que falló a su favor. Lástima, no todos somos Mies van der Rohe o Gaudí, ni por el genio ni por la lucha en defensa de la Arquitectura.

Los edificios de la Johnson de Frank Lloyd Wright, la Ópera de Sydney de Jörn Utzon, que por cierto, fué desterrado de Australia y considerado persona "Non grata" durante años, y tantos otros ejemplos de Arquitectura Moderna. Que paradoja, el triunfo de la Arquitectura supone el fracaso de sus promotores. Fracaso económico al principio, luego es todo lo contrario, sino que se lo digan al alcalde de Sydney.

Sra. Caso, le propongo que me encargue una obra y nos acotamos a los principios del movimiento moderno ofrecidos por Mies van der Rohe a la Sra. Farnsworth. Le prometo un presupuesto ajustado y una obra excelsa, funcional, sostenible, ecológica etc... una obra intocable. Será intocable no porque lo diga yo, lo dirá usted y otros muchos que se acerquen a verla. Quien sabe, igual pasa a la historia del planeta, no sólo por lo que escribe sino también por lo que encarga.


Saludos cordiales.


Adolfo Zulueta. Arquitecto

2 comentarios:

  1. GALERIA DE TOCADOS DE TODO TIPO
    El derecho de ser un TOCADO no se inscribe en ninguna constitución,salvo en la constitución física de los que no tienen nada que perder.
    CARLO, CARLA Y OTROS TOCADOS

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  2. y salvo en la constitución psíquica de los que lo han perdido todo. Saludos

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