10 sept 2011

Arquitectos chaperos





A la vista del título de esta entrada del blog cualquiera podría pensar que insulto o menosprecio a los autores de estas chapas. Nada más lejos de la realidad. Utilizo las palabras, que no los conceptos, para relacionar irónicamente a los autores con la colección de chapas diseñadas por ellos mismos. A mi entender, los autores han utilizado con la misma ironía un conjunto de imágenes subversivas, que por otra parte plasman con meridiana lucidez realidades tangibles de una ciudad compleja y repleta de contrariedades. Es obvio que Barcelona tiene muchas cosas buenas y muchas no tan buenas.

Las chapitas, de la empresa Chapateao integrada por los arquitectos Arcadi Royo y Margalida Montoya, tienen su gracia porque despiertan sentimientos o actitudes contrapuestas en los diferentes niveles de la ciudadanía. Por un lado, al ciudadano en general, que no al turista, le recuerda de una forma "simpática" y crítica al mismo tiempo, la realidad del día a día, porque efectivamente las imágenes reflejan sin ofender una parte de la cotidianidad. En este sentido, una chapa sujeta con un imperdible se convierte en una crítica silenciosa que reivindica respuestas de la Administración. Por otra parte, la Admistración y algunos dirigentes políticos se han sentido ofendidos y han manifestado su rechazo porque las chapas "promueven comportamientos incívicos" o "la transgresión fomentando lo no cívico". No creo que la imagen de una chapa fomente la prostitución, la venta ambulante o cualquier otra actitud positiva o negativa. Es obvio, que nadie en su sano juicio se siente empujado a delinquir por ver una de estas imágenes. Lo que realmente molesta a la Administración es que los turistas, los potenciales portadores de estas chapas, luzcan en la solapa actividades indecorosas que puedan considerarse permisivas porque, entre otras cosas, no se ponen suficientes medios para atajarlas. 

En definitiva, los autores de las chapas han tenido el acierto de saber reflejar en estos sencillos diseños el rechazo de unas realidades sin perder el sentido del humor, negro sobre blanco.



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