Por fin se ha fallado el concurso
restringido de remodelación del espacio “Les Glòries”. El proyecto ganador es
“Canòpia urbana”, de la UTE Agence Ter & Ana Coello de Llobet. El concurso
buscaba en sus bases la transformación del espacio liberado por el nudo viario
que se está demoliendo, respetando unas premisas básicas: garantizar la nueva
centralidad de la plaza equivalente a 12 manzanas de L’Eixample, maximizar el
espacio verde reordenando los equipamientos previstos y ordenar la movilidad
fomentando el transporte sostenible. El primer objetivo propuesto por el
Ayuntamiento de Barcelona: recuperar el carácter central que Cerdà había
proyectado para la plaza.
Ha sido inevitable. He
aprovechado la ocasión para volver a ojear aquellos textos amarillentos de la
Escuela, y también, algún que otro libro de urbanismo hacinado en la
estantería.
He topado con las bases del
concurso que convocó el Ayuntamiento de Barcelona el 15 de Abril de 1859 y me
han sorprendido algunas premisas que, aunque vinculantes, finalmente no se
llevaron a cabo. Bien es sabido que el concurso lo ganó la propuesta del
arquitecto Antonio Rovira i Trías. A pesar del fallo, por Real Decreto de 31 de
mayo de 1860 se aprobó la propuesta de Ildefons Cerdà, para que fuera ésta la
que realmente se desarrollara. De las excelencias del Plan Cerdà no hablaré. Es
indudable la calidad de su propuesta, paradigma en la historia del Urbanismo,
por su anticipación en organización funcional y equipamientos, transporte y
ordenación del territorio.
De las bases del concurso de 1859
hay alguna premisa a destacar. Por ejemplo, que todas las calles respecto de su
construcción debían ser con las casas
separadas por jardines, o que todo
edificio debería de tener a lo menos tanto espacio destinado a patios, jardines,
huertos u otro sitio de desahogo, cuando ocupe la parte edificada. Otra
proposición decía: Fuera de las antiguas
puertas del Angel e Isabel II debería construirse una gran plaza central en la que
confluyan las principales calles de la nueva población, pudiéndose levantar en
ella algunos de los monumentos o edificios públicos que le sirvan de adorno,
sin prejuicio de los que se crean necesarios en otros puntos de la misma.
La propuesta de Cerdà no se
presentó al concurso pero ganó por decreto. Aún así su proyecto, impuesto por
el gobierno central, establecía unas directrices claras que se adaptaban a las
bases. Ideó una ciudad de concepción isotrópica y de baja densidad. Una extensa
trama verde con variedad de disposiciones en el interior de las manzanas,
ocupando generalmente dos frentes y dejando el resto como espacio libre. Su
propuesta, tal y como fue concebida, no se materializó. Bien al contrario, entre
muchas divergencias las manzanas acabaron siendo cerradas, sin espacios “verdes”
y superándose ampliamente las alturas previstas. El cruce de la
actual Diagonal con Gran Vía de les Corts Catalanes y Meridiana era el centro de la
trama (donde lo destacable no era el “verde” que, por otra parte, si se definía
en el resto de la ciudad), aunque nunca fue un nuevo centro para la ciudad.
De las propuestas presentadas
para la reordenación de la actual plaza de Les Glories la ganadora es, de
lejos, la mejor, por su capacidad de coser y reordenar el espacio, aunque de lejos diste de alcanzar el objetivo que se le
presupone. Un inmenso manto verde que a todas luces resulta insostenible a un coste y, sobretodo, a un mantenimiento razonable y
claramente favorecedora, solo, al entorno circundante. En nuestra opinión, está lejos de generar
la energía requerida para dotar a la ciudad de un nuevo motor de actividad, y mucho
menos, de ser capaz de recuperar “la centralidad”, que nunca tuvo y que, por otra parte, sospechamos no tendrá.
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